El árbol de la vida.
A la Memoria de Franz R.
Virgo era su signo, y su amor era un espejo de cristal en el que mi alma se reflejaba desnuda. Con él, podía soltar las pesadas armaduras de la vida y dejar que mi corazón danzara en su palma, confiado de que allí estaría a salvo. Era como entregar mi más frágil tesoro a un escultor que podía convertirlo en arte eterno o romperlo en mil pedazos con un solo movimiento. Si me rechazaba, sabía que ardería en un infierno de dolor, consumiéndome hasta convertirme en cenizas sin vida. Pero si me correspondía, alcanzaría el nirvana, una explosión de felicidad tan luminosa como un amanecer eterno.
Él era así: un alquimista del amor que transformaba cada caricia, cada beso, y cada roce tímido de nuestros dedos en pura magia. Pero el destino, con su caprichoso pincel, decidió que nuestra historia no sería escrita en esta vida, sino apenas esbozada. Nuestro breve encuentro fue un recordatorio cruel de que el amor existe, pero no siempre se queda.
–A veces me pregunto cómo sería una vida a tu lado. Siempre quise saberlo –susurró la última vez que nuestras miradas se cruzaron como líneas que jamás se volverían a tocar. Éramos ya ajenos, pasajeros en trenes distintos, atrapados en vías paralelas.
Un abrazo selló nuestro adiós, y un beso robado en la penumbra quedó grabado en la eternidad de nuestros secretos. Nadie lo vio, porque era nuestro, y solo nuestro, un recuerdo atado a la piel de nuestras almas. Pero el destino, como si separarnos no fuera suficiente castigo, lo reclamó para las estrellas.
Desde entonces, cada noche alzo la vista al cielo, buscando su luz entre los astros, anhelando sentir su amor nuevamente. No será en esta vida, pero lo será en la próxima, y si el tiempo me pide esperar mil vidas más, lo haré. Porque el amor que nos une trasciende el efímero capricho de la existencia. En algún rincón del universo, entre estrellas y galaxias, sé que volveremos a encontrarnos.
La madurez no va ligada a un número , sino a las experiencias vividas y a las cosas que hemos aprendido de ellas.
Andrii Kateryniuk
5:50 a.m. Aun existen deseos de dormir, pero las ganas son prácticamente nulas. En espera de noticias no se si son malas o buenas...
Sad_Boy_World
No puedes seguir huyendo de lo que llevas dentro; vivir es morir un poco en el intento.
El amor es paz, solo eso.