¿Es posible tener un sueño real entre tanta pesadilla?
De la película La desconocida, de Giuseppe Tornatore.
A falta de diario, escribía yo entonces borradores para futuros libros, apuntes de tesis filosófico-artísticas con que imaginaba remover las bases del pensamiento contemporáneo.
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Me movía en estos intentos la necesidad de hallar una clave o fórmula de explicación total de la vida, un sistema cabal del mundo. Hallazgo semejante me hacía falta, no sólo para iniciar un tratado de filosofía; también para enderezar y organizar mi propia vida interior, ansiosa de arquitectura. Empeñándome en trazar el cuadro de la totalidad que nos acoge, acababa perdido en ideaciones prolongadas y confusas, pero llenas de hechizo. Padecía entonces la embriaguez, el hipnotismo del Todo.
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No me importaba el sentido físico de la dirección del barco, ni que los planetas girasen. Lo que me preocupaba y lo que preguntaba al conocimiento era el valor de mi alma y su camino entre todos los senderos del cosmos.
Ulises Criollo, José Vasconcelos
Llegué muy pronto a la convicción de que si no se da una respuesta y solución desde lo interno a las relaciones de la vida, su significado es muy pobre. Las circunstancias externas no pueden sustituir a las internas. Por eso mi vida es pobre en acontecimientos externos. De ellos no puedo decir gran cosa, porque lo que dijera me parecería vacío o trivial. Sólo puedo comprenderme a partir de los sucesos internos. Constituyen lo peculiar de mi vida, y de ellos trata mi «autobiografía».
Recuerdos, sueños y pensamientos. Carl Jung
Por tanto, te doy todavía otro pensamiento, que es aún más puro y más espiritual: En el Reino del Cielo todo está en todo, todo es uno, y todo es nuestro.
Eckhart
Los paisajes huyen, desaparecen de la memoria o se destruyen recíprocamente. Por eso el paisajista o el pintor de bodegones aísla en el espacio y en el tiempo lo que normalmente gira con la luz, se pierde en una perspectiva infinita o desaparece bajo el choque de otros valores.
La llamada de la muerte es también llamada de la vida. La muerte resulta dulce si la afirmamos, si la asumimos como una de las grandes y eternas formas de la vida y de la transmutación.
Sobre la muerte, Herman Hesse.
Sería interesante desarrollar una filosofía sobre la forma en que los hombres dejan caer los orines. A diferencia de la mujer quien está casi condenada a proyectar el chorro en línea recta, hay hombres que, en virtud del movimiento multidireccional que el guebo permite, se entretienen haciendo circulitos o espirales, o cruces, o plagiando a Jackson Pollock. Quiza el talante lúdico del homus orinante explique el deseo de silbar que se siente durante dicho acto. Tendría esta filosofía del futuro varias tareas por resolver: en el plano estético, explicar por qué el homus orinante suele levantar un poco la cabeza y dejar que la mirada se pierda nostálgica en lo infinito, así como establecer por qué a menudo flexiona las rodillas al momento de subirse la bragueta; en el de la historia natural, llamar al atención sobre el hecho de que el hombre es el único ser que posee la propiedad de orinar en una botella, y clasificar a esa rara especie que siente predilección por mear caminando; en el neumático, describir ese movimiento de libertad súbita, de liberación espiritual, que acaece desde el momento de sacar el guebo para mear; finalmente, en el plano metafísico, reflexionar sobre por qué una vez concluido el acto, el homus orinante, a menos que no lo necesite para el análisis clínico, siempre termina por desentenderse de ese líquido cuyo desplazamiento le ha producido tan profundo bienestar.
Del libro "Carnaval de Sodoma " de Pedro Antonio Valdez
No existe un pasado por el que pudiera sentirse nostalgia, existe tan solo lo eternamente nuevo, que se forma a partir de los elementos ampliados del pasado, y la verdadera nostalgia debe ser siempre productiva para crear algo nuevo que sea mejor.
Cita de Goethe en Eine Stunde Druckgestaltung, de Tschichold (1930)
El aire y el viento. El libro de los abrazos. Eduardo Galeano.
Que pase
¡Ah! ¡Muy bien! ¡Haced entrar al infinito!
Louis Aragon
Libro de sueños, Jorge Luis Borges
Contemplad el mar ilimitado y, en su seno, un barco que zarpa, con las velas desplegadas, aun las de la gavia, y el gallardete flameando. Navega el buque, navega, majestuoso; las olas, abajo, lo emulan, pugnan por adelantarlo, lo envuelven con el fulgor de su ondular y sus espumas.