-Te amo. Y la Princesa de Jade le dijo: -Entonces estás perdido...
Del libro Carnaval de Sodoma, Pedro Antonio Valdez.
¿Acaso no has comprendido que toda felicidad es ocasional y se te presenta a cada instante como un mendigo en tu camino?
Desgraciado de ti si dices que tu felicidad ha muerto porque la habías soñado diferente y porque sólo la aceptas conforme a tus principios y a tus deseos.
El sueño de mañana es un placer, pero el placer de mañana es otro y felizmente nada se parece al sueño que nos habíamos forjado; porque cada cosa tiene un valor diferente.
Los alimentos terrenales. André Gide
Sé qué estoy haciendo aquí: estoy improvisando. ¿Pero qué mal hay en eso? Improviso como en el jazz se improvisa la música, jazz furioso, improviso en el escenario.
Sé que me han acusado de querer destruir las instituciones, pero la verdad es que no estoy ni a favor ni en contra de las instituciones (¿qué tengo yo que ver con ellas, o con su destrucción?). Sólo quiero establecer en Mannahatta y en todas las ciudades de estos Estados, interiores o costeras, y en los campos y bosques, y en todas las embarcaciones, grandes o pequeñas, que surquen el agua, sin edificios, reglas, administradores ni disputas, la institución del amor de los camaradas.
Cuando el Dios se vuelve viejo, se convierte en sombra, en sinsentido, desciende a lo inferior. La verdad más grande se convierte en la mentira más grande; el día más claro, en la noche más oscura. Tal como el día supone la noche y la noche el día, así el sentido supone el contrasentido, y el contrasentido el sentido. El día no es por sí mismo, la noche no es por sí misma. Lo real, que es por sí mismo, es el día y la noche. Por lo tanto, lo real es sentido y contrasentido. El mediodía es un instante, la medianoche es un instante, la mañana viene de la noche, el atardecer va hacia la noche, pero también el atardecer viene del día y la mañana va hacia el día. Por lo tanto, el sentido es un instante y un traspaso de contrasentido a contrasentido, y el contrasentido sólo un instante y un traspaso de sentido a sentido.
El libro rojo, Carl Jung
Así, se trate del interior o del exterior, de nosotros mismos o de las cosas, la realidad es la movilidad misma. Esto es lo que yo expresaba al decir que hay cambio, pero que no hay cosas que cambian.
Ante el espectáculo de esta movilidad universal, algunos de nosotros se sentirán presas del vértigo. Están acostumbrados a la tierra firme; no pueden adaptarse al balanceo y al cabeceo.
Necesitan puntos <<fijos>> a los que amarrar el pensamiento y la existencia. Creen que si todo pasa, nada existe; y que si la realidad es movilidad, no existe en el momento en que se la piensa, que escapa al pensamiento. Según dicen, el mundo material va a disolverse y el mundo va a ahogarse en el flujo torrencial de las cosas. ¡Que se tranquilicen! Si consienten en mirarlo directamente, sin velos interpuestos, el cambio les parecerá muy pronto como lo más sustancial y duradero que el mundo puede tener. Su solidez es infinitamente superior a la de una fijeza que no es más que un acuerdo efímero entre movilidades.
Henri Bergson
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo el ser y con la tierra y con el cielo, con lo claro del sol y lo oscuro del lodo: Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, amar la inmensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
Rubén Darío
Nada se detiene, ni puede detenerse nunca. Si yo, vosotros y todos los mundos existentes, con cuanto contienen, tanto en la superficie como debajo de ella, fuéramos reducidos a ser, otra vez, una pálida nebulosa, no importaría a la larga, porque volveríamos, ciertamente, al estado en el que ahora nos encontramos, y, sin duda, más allá, y luego más y más lejos todavía.
La vida debe ser como un gran lago
cuajado al soplo de invernales brisas,
que lleva en su blancura sin rumores
las estelas de todas las sonrisas
y los surcos de todos los dolores.
Cada emoción sentida,
en lo más hondo de tu ser impresa
debe quedar, porque la ley es ésa:
no turbar el silencio de la vida,
y sosegadamente
llorar, si hay que llorar, como la fuente
escondida...
PSALLE ET SILE
Enrique González Martínez
Me doy cuenta primero de que paso de un estado a otro. Tenga calor o frío, esté alegre o esté triste, trabaje o no haga nada, miro a lo que me rodea o pienso en otra cosa. Sensaciones, sentimientos, voliciones, representaciones, he aquí las modificaciones entre las que se reparte mi existencia y que la colorean alternativamente. Cambio, pues, sin cesar. Pero con esto no digo bastante. El cambio es más radical de lo que en primer lugar se creería.