Sad Notes - Blog Posts

Cold Vermillion

I wear my somber

as a deep cloak

deep Prussian

guards my loneliness

I can´t drag myself

through no man´s land

the snow is too deep

my face is too blue

And my wild mantle

bites me whole

heavy thoughts

float celeste

Tired vermillion

burns away

too cold

too down

Amate, quierete, siéntete bien contigo mismo.

Todo suena tan sencillo hasta que te ves en el espejo por primera vez en semanas y lo que refleja no es agradable para ti.

Pocos hablan de lo complicado que es verte y sentir asco y aún así tratar de quererte, porque así es tu cuerpo. Así eres mientras tratas de hacer una tregua con tu mente, tus expectativas y lo que tus ojos observan.

Lo que es verte y tratar de acallar lo que gritan las voces. Y no hablo de esquizofrenia, ni de gente imaginaria. Sino de las que constantemente te están diciendo que vas a fallar y que no hay nada más despreciable que tú. Esas voces que se parecen tanto a los que quieres, pero que la mayoría suena como tú.

Verte y despedazar cada pequeña parte de tu cuerpo porque no se ve como crees que debería. Porque sabes que el mundo juzga incluso más fuerte que tus voces, ¿o era al revés?

De tanto ruido, ya ni sabes qué creer.

Ni qué ves en realidad. ¿Te ves con dulzura y te autoengañas pensando que estas mejor? ¿O con paciencia sabiendo que mañana será un día mejor? Tal vez con desdén, porque te conoces y sabes que no importa, al final, no estás bien en la azotea y nada te gusta de ti mismo.

Sometimes I wonder if people even realize how cruel they can be without saying a word. The way they look at me—cold, dismissive, like I’m something to laugh at or pity. It’s not always about what they say; sometimes it’s just the way they carry themselves around me, like I’m less. I feel overlooked all the time, like I’m just floating in the background, waiting for someone to actually see me. And I hate how much I want to be seen, especially by him. I hate how I catch myself hoping for even a glance from him. It makes me feel pathetic, like I’m betraying myself just to feel worthy for a moment. These past few days, I’ve been so angry. Just simmering beneath the surface. I keep snapping in my head, getting irritated at everything. I’m starting to feel like the angry little girl I worked so hard to bury, the one who, for years, carried the weight of her father’s rage. I hate how deeply I feel things, how sensitive I am. Lately, I’ve been drowning. Not in a river, but under the weight of never feeling satisfied with life.

—A lady and Her Quill, Letters to Dead Children: Ophelia's Journal Entries