El amor es paz, solo eso.
En la vida, a veces las cosas pasan demasiado rápido. Apenas hemos resuelto un problema cuando surgen otros dos. Nos sentíamos muy bien por la mañana, pero por la tarde estamos hundidos en la aflicción.
Todos los días nos enfrentamos con interrupciones, demoras, cambios y retos. Encaramos conflictos de personalidad y decepciones.
A menudo, cuando nos sentimos agobiados, no podemos ver las lecciones que encierran ésas experiencias. Un concepto sencillo nos puede hacer superar hasta las temporadas más difíciles, se llama GRATITUD:
• Aprendemos a decir gracias a estos problemas y sentimientos.
• Gracias por la manera como se presentan las cosas.
• No me gusta esta experiencia, pero gracias de todas maneras
Pongamos nuestra intención en sentir gratitud hasta que ésta se haga algo habitual en nosotros
La gratitud nos ayuda a dejar de tratar de controlar los resultados. Es la llave que abre la energía positiva en nuestra vida. Es la alquimia que convierte a los problemas en bendiciones, y en regalos lo inesperado.
“Hoy tendré gratitud. Empezaré el proceso de convertir la pena de hoy en la alegría de mañana”.
Agradecer nos pone en el lugar de aceptación; si agradecemos “hasta lo difícil”, generalmente le encontramos sentido a lo que hubo... encontramos las lecciones; y es que los malos ratos, las decepciones, nos ponen en la realidad, son “despertadores” de lo que no habíamos podido y/ó querido ver.
Hoy te doy gracias por venir; por estar; por compartir; por acompañar; por ser un maestro; por el tiempo que has estado/estuviste; por lo que provocas; por la alegría; por la solidaridad; por la complicidad; por el apoyo; porque la presencia; por la ausencia; por las llamadas; por el silencio; por las risa; por el amor... Gracias por seguir en el intento, por mantener la confianza, por perseguir los sueños e ideales...
¡ G r a c i a s !
El salvar a otros me hizo entender la falta de experiencia que tenia.
2066- El dinero puede ser la cobertura de muchas cosas, pero no te da lo principal, te da la comida, pero no el apetito, medicina, pero no la salud, conocidos, pero no amigos, servidores, pero no lealtad, días de alegrías, pero no paz ni felicidad.
(Henrik Ibsen)
Rostros que no ven.
Está bien que no hayamos sido, quizás tú no eras para mí y yo tampoco para tí. Es que quizás solo debimos ser el tiempo que debimos ser. Es que quizás, nunca fue nuestro momento, pero, ¿Cómo me explicas todo lo sentido?
A la Memoria de Franz R.
Virgo era su signo, y su amor era un espejo de cristal en el que mi alma se reflejaba desnuda. Con él, podía soltar las pesadas armaduras de la vida y dejar que mi corazón danzara en su palma, confiado de que allí estaría a salvo. Era como entregar mi más frágil tesoro a un escultor que podía convertirlo en arte eterno o romperlo en mil pedazos con un solo movimiento. Si me rechazaba, sabía que ardería en un infierno de dolor, consumiéndome hasta convertirme en cenizas sin vida. Pero si me correspondía, alcanzaría el nirvana, una explosión de felicidad tan luminosa como un amanecer eterno.
Él era así: un alquimista del amor que transformaba cada caricia, cada beso, y cada roce tímido de nuestros dedos en pura magia. Pero el destino, con su caprichoso pincel, decidió que nuestra historia no sería escrita en esta vida, sino apenas esbozada. Nuestro breve encuentro fue un recordatorio cruel de que el amor existe, pero no siempre se queda.
–A veces me pregunto cómo sería una vida a tu lado. Siempre quise saberlo –susurró la última vez que nuestras miradas se cruzaron como líneas que jamás se volverían a tocar. Éramos ya ajenos, pasajeros en trenes distintos, atrapados en vías paralelas.
Un abrazo selló nuestro adiós, y un beso robado en la penumbra quedó grabado en la eternidad de nuestros secretos. Nadie lo vio, porque era nuestro, y solo nuestro, un recuerdo atado a la piel de nuestras almas. Pero el destino, como si separarnos no fuera suficiente castigo, lo reclamó para las estrellas.
Desde entonces, cada noche alzo la vista al cielo, buscando su luz entre los astros, anhelando sentir su amor nuevamente. No será en esta vida, pero lo será en la próxima, y si el tiempo me pide esperar mil vidas más, lo haré. Porque el amor que nos une trasciende el efímero capricho de la existencia. En algún rincón del universo, entre estrellas y galaxias, sé que volveremos a encontrarnos.