~ 70’s Vegas ~
Hoy te saludo brutalmente: con un golpe de tos o una patada. ¿Dónde te metes, a dónde huyes con tu caja loca de corazones, con el reguero de pólvora que tienes? ¿Dónde vives: en la fosa en que caen todos los sueños o en esa telaraña donde cuelgan los huérfanos de padre? Te extraño, ¿sabes? como a mí misma o a los milagros que no pasan. Te extraño, ¿sabes? Quisiera persuadirte no sé de qué alegría, de qué cosa imprudente. ¿Cuándo vas a venir? Tengo una prisa por jugar a nada, por decirte: «mi vida» y que los truenos nos humillen y las naranjas palidezcan en tu mano. Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo y hallar velos y humo, que, al fin, parece en llama. De verdad que te quiero, pero inocentemente, como la bruja clara donde pienso. De verdad que no te quiero, pero inocentemente, como el ángel embaucado que soy. Te quiero, no te quiero. Sortearemos estas palabras y una que triunfe será la mentirosa. Amor… ( ¿Qué digo? estoy equivocada, aquí quise decir que ya te odio. ) ¿Por qué no vienes? ¿Cómo es posible que me dejes pasar sin compromiso con el fuego? ¿Cómo es posible que seas austral y paranoico y renuncies a mí? Estarás leyendo los periódicos o cruzando por la muerte y la vida. Estarás con tus problemas de acústica y de ingle, inerte, desgraciado, entreteniéndote en una aspiración del luto. Y yo que te deshielo, que te insulto, que te traigo un jacinto desplomado; yo que te apruebo la melancolía; yo que te convoco a las sales del cielo, yo que te zurzo: ¿qué? ¿Cuándo vas a matarme a salivazos, héroe? ¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia? ¿Cuándo? ¿Cuándo vas a llamarme pajarito y puta? ¿Cuándo vas a maldecirme? ¿Cuándo? Mira que pasa el tiempo, el tiempo, el tiempo, y ya no se me aparecen ni los duendes, y ya no entiendo los paraguas, y cada vez soy más sincera, augusta… Si te demoras, si se te hace un nudo y no me encuentras, vas a quedarte ciego; si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota, voy a llamarme nunca. Ayer soñé que mientras nos besábamos había sonado un tiro y que ninguno de los dos soltamos la esperanza. Este es un amor de nadie; lo encontramos perdido, náufrago, en la calle. Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo. Por eso, cuando nos mordemos, de noche, tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola. Pero no importa, bésame, otra vez y otra vez para encontrarme. Ajústate a mi cintura, vuelve; sé mi animal, muéveme. Destilaré la vida que me sobra, los niños condenados. Dormiremos como homicidas que se salvan atados por una flor incomparable. Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo seremos la naturaleza y me pareceré a tus hijos en la cama. Vuelve, vuelve. Atraviésame a rayos. Hazme otra vez una llave turca. Pondremos el tocadiscos para sIempre. Ven con tu nuca de infiel, con tu pedrada. Júrame que no estoy muerta. Te prometo, amor mío, la manzana.
Carilda Oliver L.
“Cien veces la miraste, ninguna vez la viste.”
— Gabriela Mistral
There’s magic in you.
Unknown (via syntacked)
“Si no vas por todo, a qué vas?”
— (via tutemint)
20 de julio de 1955.
Creo que mi feminidad consiste en no poder “vivir” sin la seguridad de un hombre a mi lado. En los períodos (¡actualmente tan escasos!) de ausencia de flirts, me siento terriblemente árida. Inútil. Como si estaría [sic] malgastando mi juventud. Y cuando estoy segura, es decir, cuando camino junto a un hombre que guía mi cuerpo, me siento traidora. Traiciono a ese llamado cercano que me planta junto a la mesita y me ordena: ¡estudia y escribe, Alejandra! Entonces ya no grito “¡me muero de inmanencia!”. ¡No! Entonces, me siento ser. Me siento vibrar ante algo tan elevado que me asciende junto a sí.
Páginas 80 y 81 de Diarios (Pizarnik) Nueva edición de Ana Becciu (Lumen, 3ª edición. 2016).
En este extracto, una Alejandra de diecinueve años reflexiona cómo su condición de mujer se debe a la seguridad de una relación y convivencia con un hombre (influenciada sin duda por una educación patriarcal y todavía no del todo independiente), sintiéndose terriblemente árida cuando no existe un acercamiento al sexo contrario. Sin embargo, reconoce que cuando este acercamiento se produce, la comodidad y placer del estudio y la escritura le llaman, hasta el punto de sentirse traidora. Finalmente explota de sentimiento dejándose llevar por esa fuerza que le hace ser, que termina por hacerla vibrar ante algo tan elevado, tal y como un éxtasis final por ascender junto a ella (amor).
“Entonces… ¿qué?” Te preguntas temerosa de hallar respuesta. La respuesta. Por mis frases deduzco que tiendo a elegir el estudio y la creación. Pero también hay algo que se rebela ¡y con causa! Es mi sexo. Acepto encantada las horas del día llena de libros y de belleza, pero ¡las noches! ¡Las frías noches de invierno! Noches en que oprimo desesperada la almohada suspirando por transformarla en un rostro humano ¡Y mi cuerpo que ningún brazo oprime! ¡Y mis labios besando al vacío! ¿Cómo otorgar lo que anhela mi cuerpo febril? No quiero amantes (pues desordenarían las horas de estudio). ¡Al diablo! ¡Tendrían que crearse burdeles especiales para mujeres-artistas! Pero no los hay… ¡Y es tan trágica la visión de una mujer madura sorbiéndose el cuerpo en la aridez de la noche. Y eso es lo que me espera.
Páginas 83 de Diarios (Pizarnik) Nueva edición de Ana Becciu (Lumen, 3ª edición. 2016).
En el mismo día, quizá ya con la noche sobrevolándole, Pizarnik confirma sus dudas. Se compromete a elegir entre el amor y el estudio y la creación, inclinándose por estos últimos, pero reconociendo desesperada cómo durante la noche anhela el calor humano (cuando todavía no usaba las noches y las madrugadas como escritorio). Llega a elucubrar un increíble burdel para mujeres artistas, disolviendo tal solución rápidamente (nótese cómo una fuerza intrínseca que se rebela a los convencionalismos -imaginando un burdel para mujeres- resulta evidente).
La conclusión es que tales contradicciones, que aparecieron a una edad tan temprana, impidieron a la poeta mantener una relación sentimental duradera con cualquier persona, y sí, hasta el último de sus días, un vínculo inquebrantable con el estudio y la escritura, dejándose llevar por el amor -siempre con la muerte de reojo- de una manera obsesiva a través del arte de la escritura y la lectura.
Entropía sentimental.
— Alianat ♡
“Hay que aprender a disfrutar de la soledad. Hay que querer por gusto. Hay que entender que ya estamos completos, que no somos ninguna mitad.”
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“No te preocupes por los rechazos, compadre. Llevo 25 cigarrillos esta noche y cerveza ni te digo. El teléfono sólo ha sonado una vez: número equivocado.”
— — Charles Bukowski. ( @anyafc ).