Un ser tan bizarro e impredecible, buscando el amor como cualquiera, no estĂĄs destinado para aquellos que te miran con horror al ser diferente, los ojos correctos ven la belleza que la gente llama rareza, esa rareza es la que amo, que cada vez que te miro, un misterio diferente te envuelve y quiero encontrarlo, esa rareza para mĂ es tu belleza.
-Yadneilađ
EnamĂłrate de mĂ, quiero que tus ojos tengan ese brillo tan lindo que se refleja en tu mirada al ver un atardecer, pero con tu mirada posada en mĂ. Que se dilaten tus pupilas, que te suden las manos, que tu corazĂłn se acelere, que tu mente se ponga en blanco. Que al oĂr mi voz retumbe un estallido de alegrĂa en tu corazĂłn. EnamĂłrate de una manera peculiar e inexplicable, convirtiendo el amor en un sentimiento, en un un aroma, en una caricia, en una sonrisa. Resume tu sentimiento describiendome en la palabra "tĂș".
Solo enamĂłrate de mĂ, asĂ como lo hago yo de ti.
âAtticus
âDurante años imaginĂ© 10 millones de posibles reencuentros entre tĂș yo. En todos imaginaba que al dar la vuelta al despedirnos tĂș me tomabas de la mano y me decĂas que todavĂa no era tiempo de decirnos adiĂłs. Hasta que un dĂa, un dĂa realmente nos volvimos a encontrar. Para entonces tĂș y yo ya Ă©ramos seres tan diferentes a lo que alguna vez habĂamos sido. Ya habĂamos madurado, habĂamos pensado y habĂas asimilado toda nuestra historia. Y fue por eso que el reencuentro fue tan inesperado. Y, sin embargo, tan necesario. El dĂa que nos volvimos a encontrar yo ya habĂa dejado de extrañarte y ya no pensaba cada noche en por quĂ© habĂamos tenido que renunciar a nosotros. Pero ese dĂa, el dĂa que volvĂ a verte lo entendĂ TODO. Preguntamos quĂ© tal habĂan ido nuestras vidas, quĂ© cosas habĂamos hecho, quĂ© cosas habĂamos dejado de hacer. Los dos en las vidas correctas. Ambos solteros, con la posibilidad infinita que nos habĂa caracterizado nunca. Charlamos animadamente hasta que mencionaron mi nombre y fue entonces cuando tuve que decir adiĂłs. Por primera vez en la vida tus ojos brillaban diferente y, en lugar de parecer que necesitabas irte, algo en tus ojos me gritaba que no me fuera. Y tal vez, tal vez era lo que yo le habĂa pedido tanto tiempo a la vida, que no me dejaras ir, que te aferraras, que te quedaras. Y fue tanto, tanto que el dĂa que tĂș querĂas quedarte fue el mismo dĂa que yo solo deseaba irme. Y entendĂ, entendĂ por quĂ© hasta entonces nos habĂamos vuelto a ver, por quĂ© despuĂ©s de tanto tiempo. Y te dije adiĂłs, y me dijiste adiĂłs. Pero esta vez fue diferente, esta vez yo me di la vuelta sin desear que me detuvieras y, por primera vez en la historia, tĂș deseabas detenerme. Y asĂ fue, asĂ me marchĂ©. Yo sintiendo que por fin habĂamos tenido un cierre a la historia que tanto daño me hizo y tĂș, tĂș apenas dĂĄndote cuenta que la historia podrĂa haber sido tan diferente si tan solo tĂș, no te hubieras marchado y, si tan solo yo, te hubiera podido soltar antes. Pero tĂș eres tĂș y yo soy yo. Dos almas libres que nunca estuvieron destinadas a estar juntas, que solo se aferraron a la idea de que un dĂa podrĂan volar juntas, cuando, el verdadero destino, nuestro verdadero destino era aprender a vivirnos para despuĂ©s decirnos adiĂłs. Para emprender el vuelo, volando alto, pero en direcciones contarias.â
â La sinfonĂa del alma.
cuddles