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que bonita es la desilusión que nos libera del apego.
Dile a tu silencio que no me grite tanto, ya entendí.
con el desinterés yo no puedo.
Y un brindis para aquellos idiotas como yo que no se dejan querer.
Éramos dos piezas que encajaban a la perfección, pero éramos piezas de diferente rompecabezas.
—Te escribí mil poemas de amor y de alegría.
Hoy te escribo uno en mi agonía.
Deseando que mís últimas letras sean tu tormento y pesadilla.
Te dije que te amaria hasta la muerte, pero nunca imaginé que estaría muerto en vida.